Diario secreto de Pulgarcito (Carnet secret du Petit Poucet) es una obrita de arte, con un texto muy cuidado y extenso de Philippe Lechermeier y deslumbrantes ilustraciones de Rébecca Dautremer. Este libro, a diferencia de otros álbumes infantiles, tiene un abundante contenido y ofrece una literatura de autor repleta de dificultades. El estilo está perfilado al milímetro, y para el profesional traducirlo es como ir a un parque de atracciones. Es una creación original, compleja y divertida, en la que nada se ha dejado al azar. Cada frase, cada nombre propio y cada refrán tienen algo especial que requiere una adaptación: un tono cómico y tierno, juegos de palabras, nombres propios de personajes, topónimos extravagantes, bromas escatológicas, rimas internas, canciones, refranes inventados, textos semiocultos en las ilustraciones… En fin, una delicia.
Editor-corazón-traductor. En un libro tan rico como este, el editor hace una supervisión aún más escrupulosa de lo habitual. La editorial que publica la traducción procura lograr la mayor perfección posible en su trabajo, para que no dejar visibles las costuras de la versión española: la traducción, la incrustación del texto en la maqueta, la rotulación en castellano, etc. El equipo de edición de Diario secreto de Pulgarcito cuidó al máximo todos esos aspectos y consiguió un libro muy espectacular.
He seleccionado algunos ejemplos del proceso de traducción para, por un lado, reflejar las dificultades con las que se topa el traductor ante un libro así y la forma de resolverlas y, por otro, me parecía interesante destacar la relación que muchas veces se establece con el editor, que contribuye al texto de manera decisiva. Es él quien casi siempre tiene la última palabra para el acabado final: retoques de estilo, retoques en los nombres e intervenciones de todo tipo.
Traducción de nombres propios. En Diario secreto de Pulgarcito, los nombres de casi todos los personajes tienen un guiño especial, por lo que había que buscar soluciones interesantes. Algunos ejemplos y sus soluciones:
Marimota Matarile es el nombre de la amiga de Pulgarcito, en francés Maricrotte Marigoult. Crotte en francés significa «caca, moco». En la traducción, había que plantearse el nombre por su sonoridad, no por su significado concreto, pues toda referencia a Maricaca, Marimoco o Mariboñiga carecía de un efecto gracioso y quedaba descartada; no reflejaba la intención del original. Así:
– El primer paso fue lanzar una lluvia de ideas: Marimota, Marigota, Maripizca, Maribrizna… También se podía romper lo de «Mari» y adaptarlo aún más: Verrugota, Verruguilla, Croqueta, Canica… Para el apellido, tratando de mantener la sonoridad «Mari-Mari», se lanzaron ideas como Miralviento, Mirasol, Miramelindos…
– Al final se escogió Marimota, que sonaba bien, pues una «mota» es algo muy pequeño, y, aunque en realidad la idea de «mota» quede algo oculta en el nombre completo, la abundancia del sonido m le daba al nombre musicalidad. Y de apellido Matarile, idea de la editorial.
Maxilari (professeur Macquart) es el profesor de la escuela, un personaje puntual cuyo interés consiste en que, como está muerto de hambre debido a la Gran Escasez que sufre el reino, trata de comerse a uno de los hermanos de Pulgarcito. Como este personaje sale dibujado con una mandíbula muy abierta y pegándole mordiscos a todo lo que ve, su nombre se trabajó así:
– Ideas barajadas: se lanzaron varias propuestas, como profesor Cascanuez, profesor Carcoma, profesor Maxilari, profesor Quijado, profesor Molientes, profesor Dostientos, profesor Dentúnez.
– Nombre elegido: en la edición se mantuvo profesor Maxilari.
Doña Zurrapa es la mujer del Ogro; en francés, Mme. Gringuenaude (que significa posos, suciedad que queda en el fondo). En este caso, Zurrapa fue la primera y única elección.
Lacongrelos de Santo Bolardo es el nombre del pueblo de Pulgarcito, en francés Saint-Boulard-Pied-de-Porc.
– La primera decisión en este caso fue Lacongrelos de Santo Bolardo, que surgió de pronto; sonaba muy bien, con su mezcla de comidas y toponimia castellana.
– Otras sugerencias añadidas que se barajaron, por si acaso, fueron Lacón de Santo Jabugo, Paletilla de la Sierra, Santa Paletilla del Valle, Pularda de las Majadas, Santa Cecina de Arriba, Cecina de los Pinares… Pero sin duda se quedaban cortas o resultaban demasiado castizas.
Traducción de juegos de palabras. Diario secreto de Pulgarcito es precisamente eso: un diario que Pulgarcito inicia cada día con el nombre de un santo, real o inventado, y una rima de su cosecha. ¿Cómo traducir un santoral inventado? Aquí la adaptación libre fue muy necesaria. Un ejemplo:
Mercredi. Saint Bébert et Saint Jojo
Je suis tombé par terre, c’est la faute à Bébert.
Je suis tombé dans l’eau, c’est la faute à Jojo.
Miércoles. Santa Dola y santa Catola
Pito pito gorgorito, pregúntale a santa Dola,
las vacas a veinticinco, responde santa Catola.
Este era un juego de palabras imposible:
– Por un lado, retoma versos de Los Miserables: Si acabo de caer, / la culpa es de Voltaire; / si una bala me dio, / la culpa es… [de Rousseau].
– Por otro, Bébert y Jojo son personajes de chiste, como Jaimito. Total: había que inventarse todo con un popurrí infantil.
Otro problema chulo era una serie de latinajos inventados para los nombres de unas raíces, formados con juegos fonéticos y argot de expresiones de hambre y de comer:
Jariena graïe Nadaquem astikarr
Geladen Kheambre
Sihoncasse Ladale Kegazuz amhadre
Holhec Rhô Konlatrip avacia
Thym jmeur de Fin Mecomeria staluehso
Jpeth Ladale Al’gopal paladar
Silhoncasse Lagrène Ayamb brerhmano
Jariena bekte Mapeteceum boio
Cloche fin Stoimal simpahn
Traducción de un poema. Traducir poesía jocosa es divertidísimo, porque puedes permitirte muchas libertades de sonoridad y licencias léxicas. Es necesario respetar la idea y el tono originales, pero dando rienda suelta a la creación. El original no era exacto en metro y rima, lo que nos daba más margen de traducción; pero había que mantener unas normas mínimas al fin y al cabo.
Que c’était bon, avant la Grande Privation,
En ces temps-là, on ne connaissait pas les rations,
On mastiquait, on becquetait, on boustifaillait,
Ah, qu’c’était bon, avant la Grande Privation !
La vida era un gran vergel antes de la Gran Escasez,
Abundaba la comida, y la bebida también.
Mascar, salivar, morder… ¡qué gran fuente de placer!
Sí, ¡la vida era un Edén antes de la Gran Escasez!
Y’avait des cochons, des dindons et du saucisson,
Du mouton, du jambon et des cornichons !
Y’avait aussi des lentilles, des perdrix et des salsifis,
Des brebis, puis du riz et du clafoutis.
Y’avait dans l’tas, ça va de soi, des rutabagas,
Des gâteaux à la crème et au chocolat
Et au milieu de tout cela
Des saucisses qui dansaient la samba !
¡Corderos y cochinillos, salchichón y pepinillos!
¡Lentejas y ropa vieja, jamones, pavos y ovejas!
Además, en el banquete, no faltaban los filetes,
pastelillos y sorbetes que te dejaban churretes.
En medio de aquel convite, los pollos comían alpiste,
¡y las salchichas bailaban al corro de la patata!
Que c’était bon, avant la Grande Privation,
En ces temps-là, les bonbons, c’était pas du bidon,
On mâchait, on bâfrait et on boulottait,
Ah, qu’c’était bon, avant la Grande Privation !
La vida era un gran vergel antes de la Gran Escasez.
Veías en aquel tiempo unos frutos suculentos.
Hincar el diente y comer, ¡barbas de Pantagruel!
Sí, ¡la vida era un Edén antes de la Gran Escasez!
Rimas internas: el editor al rescate. Cuando al traductor se le escapa algo, está el editor de colchoneta. En Diario secreto de Pulgarcito, el editor restauró un aspecto del texto que el traductor (yo) había pasado por alto: las rimas internas. ¿Cómo puede pasarse por alto un elemento tan importante? En mi caso se debió a varios motivos: la enorme cantidad de juegos de palabras que había que cuidar en cada renglón; la miopía de trabajar un texto tan de cerca, sin tomar distancia; la falta de tiempo para leerlo en voz alta, pues son rimas sutiles, a veces dentro de frases sueltas… En fin, da mucha rabia profesional, por no decir que casi me da un patatús, pero el editor lo salvó felizmente.
Aujourd’hui, belle-maman
(qu’est toujours moche comme tout)
nous a annoncé qu’on n’avait pas l’sou.
Rien ! Tintin ! Pas l’once d’un fifrelin !
Mais moi qui ne suis pas plus haut que le pouce,
y’a des secrets que je suis seul à connaître.
Hoy la madrastra
(que sigue siendo más fea que un pavo)
nos ha dicho que ya no quedaba dinero.
¡Nada! ¡Ni una moneda! ¡Ni un ochavo!
Pero yo, aunque mida menos que un pulgar,
conozco secretos que nadie puede adivinar.